Hubo un tiempo en que acompañar a otros era solo una intuición. Yo sabía que quería escuchar, sostener, ayudar a mirar adentro. Pero fue recién al recibirme como psicóloga en la UBA —una etapa de mucho esfuerzo y también de grandes aprendizajes— que esa intuición se volvió camino.

Después vinieron los posgrados, las formaciones complementarias, el coaching, la hipnosis clínica… Pero sobre todo, vinieron los pacientes. Y ellos fueron, sin saberlo, mis verdaderos maestros.

Durante más de diez años, escuché historias de ansiedad, de soledad, de desborde. Y algo adentro mío me decía: esto no alcanza solo con una sesión por semana. El bienestar emocional necesita algo más profundo, más completo.

Así nació mi espacio, Psi Sol Amato Group. Un lugar que no solo es consultorio, sino refugio. Donde la psicología se cruza con el cuerpo, con la alimentación, con el descanso, con la vida real.

Y en medio de este camino… también me convertí en mamá. Nada me transformó tanto como mirar a mi hijo a los ojos y entender lo esencial: estamos todos aprendiendo. Desde entonces, acompaño desde otro lugar. Más humano. Más empático. Más real.